28 de agosto, día de la ancianidad, habla Ana Schuth del Geriátrico Domingo Cúneo

Un 28 de agosto de 1948 se proclamaban en nuestro país los derechos de la ancianidad, asistencia, vivienda, alimentación, vestido, cuidado de la salud física, cuidado de la salud moral, esparcimiento, trabajo, tranquilidad y respeto; derechos que a pesar de no tener ya una jerarquía constitucional,  puesto que en 1956 la Constitución de 1949 que los albergaba, fue derogada;  hacen al sentir empático de cualquier ser humano.

Y para celebrar esta fecha LA SEMANA fue en búsqueda de alguien que representa en sí misma el acompañamiento a esa etapa de la vida,  Ana Schuth  quien hace más de tres décadas dedica su vida laboral a la gente de la tercera edad, empleada del Hospital Geriátrico Domingo Cúneo, quien más allá de su función administrativa,  siempre consideró su trabajo como un servicio y entrega al acompañamiento de los últimos años de vida de la gente adulta mayor.

“Hace treinta y tres años que estoy en el geriátrico con los abuelos, es una vida laboral y personal, yo entre al Hospital Cúneo con mi hija de dos años,  que hoy tiene treinta y cinco, con mi segundo hijo sin nacer y hoy tengo mi nieta,  así que paso mucha agua bajo el puente y yo continúo con los abuelos,  es toda una vida de experiencias y toda una vida de superaciones”,  relató orgullosa y satisfecha, según sus propias palabras.

De políticas de estado y otras cuestiones

Schut enfatiza dos situaciones que enmarcan las carencias que actualmente padecen, a saber:

Primero, la imperiosa necesidad del nombramiento de más personal  en el plantel de enfermería permanente,  para luego acceder a una capacitación acorde a los requerimientos calificados y específicos de la población que debe ser atendida.

Segundo, la infraestructura, es decir apuntar a una hospitalización más moderna, desechando esos pabellones antiguos y obsoletos que aún están en el edificio,  que devienen en un ambiente frío y distante, carente del calor humano al que apuntan desde la institución, por lo cual lo conveniente para ese mensaje real de integración y contención se necesitarían habitaciones que alberguen cuatro o cinco ancianos, no más.

“Mis treinta y tres años todavía no han sido suficientes para saber lo que hay detrás de cada abuelo, la atención de ellos debe ser una política de estado,  tener su propio presupuesto, además de una verdadera política de atención sanitaria y presupuestaria”,  destacando que el presente del Cúneo no tiene nada que ver con aquel básico de sus primeros tiempos en él, sino que se apostó con el tiempo al trabajo en equipo y a la atención calificada de especialidades médicas.

“Hoy por hoy además de darle toda la atención integral que necesita un adulto mayor, vamos por mucho más que es encontrar en cada abuelo un motivo para que siga viviendo y si la vida le dio la posibilidad de estar hospitalizado,  estamos en el contínuo rescate de sus afectos”.

 

  • ¿Qué te dejó el Cúneo en estos años de trabajo?
  • Yo le debo la salud mía y la de mi familia porque me dio una obra social, le debo lo que tengo materialmente porque tuve un recibo de haberes que me abrió las puertas en los negocios, en créditos, también me deja la convicción de entender a las personas que dejan sus abuelos internados aquí, porque al principio uno juzga y luego entiende que alguien de la tercera edad que no puede ser escuchado, atendido y contenido en su hogar, lo mejor que le puede pasar es estar en Cúneo.

Una frase dicha por Ana en el transcurso de la charla define y encierra lo que este Hospital Geriátrico representa en su vida,  “yo siempre digo no crean que el Cúneo nos debe a nosotros, sino nosotros le debemos al él”.




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