Hoy San Miguel Arcángel, Patrono de Entre Ríos

Miguel (de “Mika-el” ¿Quién como Dios?) es el arcángel que al  mando de las huestes angélicas, en un tiempo mítico anterior al inicio del mundo,  según el relato bíblico, derrotó a Lucifer, que se había rebelado contra Dios, y lo arrojó al infierno.

En Entre Ríos  tomó su nombre  la iglesia  más antigua de la capital provincial,  que en su momento fue iglesia matriz,  resultó elegido patrono de Entre Ríos por votación popular, que se hizo en la plaza céntrica de Paraná en la segunda década del siglo diecinueve y  fue la primera elección democrática con participación de toda la población de que se tenga noticias aquí.

Contra lo que esperaba el propio clero, que entendía que sería elegida patrona la Virgen del Rosario, los votantes eligieron a San Miguel, nombre de la primera estancia jesuítica de esta zona, que dio origen a la ciudad de Paraná, y sólo votaron a la virgen del Rosario como  patrona de la ciudad, que se llamaba entonces Villa de Nuestra Señora del Rosario de la Baxada del Paraná.

Quién era Miguel Según la tradición judeocristiana, Miguel es en las jerarquías angélicas un astro de primera  magnitud, figura principal entre los que sirven inmediatamente al trono  de Dios y bajan a la tierra para anunciar o hacer cumplir sus designios.

Protector del pueblo de Dios, de Israel, en la antigua ley; de la Iglesia  en el Nuevo Testamento. En la Escritura ha hallado su fundamento la piedad popular de todos los tiempos para erigir a San Miguel en príncipe de los ejércitos celestiales, guerrero victorioso en las luchas cósmicas contra el espíritu rebelde, el dragón de las tinieblas.

El profeta Daniel da a conocer el  nombre del arcángel: Miguel, llamado gran jefe de los israelitas,  que lucha por la liberación del pueblo de Dios, desterrado y sometido al  dominio persa. Allí mismo se habla de los príncipes de Persia y de Grecia,  refiriéndose, según el común sentir, a los ángeles guardianes de estas  naciones. San Judas Apóstol, en su carta católica, cita el ejemplo del “arcángel Miguel, disputando al demonio el cuerpo de Moisés”.

El Apocalipsis  presenta a San Miguel en su misión definitiva, culminante. Ante la  aparición de la Mujer, símbolo de María y de la Iglesia, con su Hijo, en  el cielo se traba una batalla. Miguel y el Dragón frente a frente, el Arcángel fiel contra el soberbio áangel de la luz (Lucifer). Cada uno manda un ejército de ángeles. Vence Miguel y el Dragón es sepultado en los infiernos.

De esta visión del profeta de Patmos se derivan las imágenes medievales del guerrero de alas brillantes con labrada armadura, al que no le falta la lanza que destruye al dragón, vencido a sus pies. En el momento de ofrecer el sacrificio por sus difuntos, la Iglesia le invoca para que presente las almas a la luz santa del juicio divino.

La devoción popular, que ha influido notablemente en estos textos litúrgicos y que, por otra parte, tiene ya precedentes en tradiciones judaicas, le considera como “pesador de las almas”, y así le vemos en curiosas miniaturas de la Edad Media, con la balanza de la justicia divina en las manos, felizmente inclinado un platillo hacia la gloria del cielo.

Acontecimientos ocurridos en Oriente y Occidente contribuyeron a formar este hálito universal en torno a la figura del  Arcángel. Es tradición oriental que, ya en los primeros decenios del  cristianismo, salvó de la destrucción un templo dedicado a su honor en  Colosae y que por su intervención milagrosa brotaron allí mismo aguas  medicinales, por lo cual le honraban como médico celestial.

En Constantinopla tenía un templo dedicado a su nombre y era también muy famoso el Mikaelion de Sostenión, cerca de la capital bizantina, donde, según tradición, Miguel había curado milagrosamente al emperador  Constantino.

En Occidente también se apareció el arcángel repetidas veces; sus  apariciones más famosas son las del Monte Gárgano en Italia, alrededor del año 500, y la del monte Adriano, donde el año 611 el Papa Adriano IV le construye un oratorio, sobre el que sería más tarde castillo de  Sant’Ángelo.

En España alcanzó renombre su aparición en la serranía navarra de Aralar para ayudar al noble caballero don Teodosio de Goñi en lucha contra el dragón infernal.

El Mont Saint-Michel, en Normandía, con una abadía gótica dedicada a su honor, también testificó su ayuda para con los navegantes. Hoy día se dirige a Miguel al fin de la misa una oración  preceptuada por León XIII.




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