Sin dudas, una de las principales novedades en los últimos tiempos en materia de migraciones es la presencia de un grupo de hermanos colombianos que se ha afincado en las siete colinas.
Si bien se espera que en este caso puedan integrarse sanamente a la sociedad victoriense, la experiencia en otros lugares del país con algunas personas oriundas de Colombia ha generado que se le preste atención a sus actividades, a los efectos de la cortés bienvenida victoriense deje en claro que las puertas están abiertas a quienes vienen sumar su esfuerzo para el progreso de la ciudad.
En el norte de nuestro país es -indican varias informaciones- más fácil encontrar a personas de origen colombiano, boliviano o venezolano que se dedican a vender la mercadería de contrabando que compran con el dinero que llega de esos países. En algunas ciudades del norte “apoyan” a los vecinos que compran nafta en las estaciones de servicios y la venden un poco más cara en la puerta de sus casas. Los colombianos, además, atienden a la señora que no llega a fin de mes con la jubilación y los llama para comprar carne, pan rallado y todo lo que necesita para vender sándwiches de milanesas en la vereda y subsistir hasta volver a cobrar. También algunos, recibieron la visita de “los colombianos” armados y vieron cómo se llevaron los electrodomésticos que no llegaron a pagar, y las ventas que se habían realizado.
Más información, edición de este sábado a La Semana.
Corresponde recordar, además, que no son las primeras personas de ese origen que se afincan en las siete colinas. Pocos años atrás, un grupo de emprendedores invirtió en un frigorífico de pescado de nuestra ciudad.
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