El Fap disputará en octubre contra un diputado oficialista

El oficialismo ratificó su hegemonía sin la presencia de una fuerza que pueda, al menos en el corto plazo, hacerle sombra, y desde el arco opositor el camino a octubre está signado por la necesidad de captar votos que no estuvieron en las Paso, ya sea porque se fueron a otras fuerzas de la oposición, o porque se pueda tentar a algunos votantes que aportaron al oficialismo porque no creían en las posibilidades reales de otras fuerzas.
En ese sentido, sin dudas, y por razones diferentes, se centran algunas de las expectativas de Unión por Entre Ríos y del Frente Amplio Progresista. Los primeros porque pueden alegar que se mostraron como una fuerza en crecimiento, con una “pata peronista” que puede seducir a algunos que en este lapso no se vean tan contenidos en el Frente para la Victoria, como podría ser por el tenor del discurso de campaña a varios de los votantes que acompañaron a Maya.
Los segundos porque pueden fundamentar que superaron las escasas expectativas que desde el sector progresista se les tenía en Entre Ríos, un arco que puede encontrar en el kirchnerismo cierta contención pero que también puede buscar nuevas opciones.
En ambos casos, de darse esta supuesta fuga, difícilmente sería significativa para las fuerzas que los pierdan, pero podrían serlo, y mucho para quien logre capitalizarlos.
En el caso del radicalismo el camino a octubre tiene otras espinas. Haber resultado la tercera fuerza en la provincia no resulta cómodo para un partido que supo ganar elecciones y que no consigue generar entre sus filas liderazgos que le permitan ir más allá de ganar algunos municipios. Incluso las Paso dejaron el sinsabor de que si bien se hizo una buena elección en comparación de otras, consolidando un caudal de votos que lo pone como una fuerza con capacidad de discusión, a menos que pase un milagro se perderá presencia en el Congreso nacional, estando incluso en riesgo la senaduría.
Es, a menos que logre ratificar sus aspiraciones de convertirse en el contrapunto del oficialismo, la fuerza que parece más expuesta a una pérdida de votos en octubre, principalmente porque lo que quedó en claro en las Paso es que hubo una fuga de votos desde Benedetti hacia De Ángeli, cuyo sector apuesta a intensificar en las Generales.
Pero no es el único adversario que tiene en ese sentido. También se cuenta al Frente Amplio Progresista, que si bien se siente lejos de obtener una banca en el senado, siente que la posibilidad de un diputado no está tan lejos. De hecho, le falta un 5% de votos, un porcentaje que puede ser enorme desde una perspectiva (es más de lo que obtuvo la lista que ganó las internas) pero poco desde otra (es cerca de la mitad de los votos que obtuvo el frente).
¿De dónde saldrían esos votos? En ese sentido podría ser la fuerza más beneficiada. Es presumible que los electores independientes que apoyaron a De Ángeli y no son cercanos al peronismo encuentren en Américo Schvartzman un candidato a diputado más “potable” que Cristina Cremer de Busti, pero también los independientes que votaron al radicalismo y que se decepcionaron con el resultado de las Paso pueden optar por “darle una mano” al Fap, en la medida en que alejados del oficialismo podrían optar por no votar a candidatos peronistas y considerando otro detalle fundamental: si el Fap consagra un diputado se lo sacará al Frente para la Victoria.
El tema es sencillo. Sólo hay que prestar atención a la forma de distribución de cargos.
En el caso del senado, la ley establece que la primera fuerza obtiene dos bancas y la segunda una. No hay otra posibilidad. Por eso las listas incluyen dos candidatos en lugar de tres, que es la cantidad de bancas que se renuevan. Así las elecciones salgan 99 a 1, ese uno por ciento significaría una banca en el senado.
En lo que respecta a los diputados, la distribución se hace por sistema D’Hont, que consiste en establecer una serie de cocientes (dividiendo los votos o porcentajes obtenidos por cada fuerza por 1, 2, 3 sucesivamente), correspondiendo las bancas en pugna a los cocientes más altos.
En este caso son 5 bancas las que están en juego, y de acuerdo a los resultados porcentuales de las elecciones Primarias se distribuirían de la siguiente manera:
1º FpV (Eduardo Laurito), 44,41
1º UpER (Cristina Cremer), 22,25
2º FpV (Carolina Galliard), 22,21
1º UCR (Jorge D’Agostino), 22,15
3º FpV (Jorge Barreto), 14,80
Es aquí donde si la candidatura de Schvartzman -que además fue el candidato del Fap que más votos obtuvo en la Primaria- logra convocar de aquí a octubre un 5% más de votos que los que obtuvo el Fap, y los votos de Maya no permanecen en el FpV, bajando unas décimas el cociente del tercer diputado de la fuerza, la posibilidad de que el partido que el frente que en el orden nacional lidera Hermes Binner no parece tan lejana… al menos no tan lejana como que el radicalismo o el bustismo (la principal categoría de su aliado, el Pro, va a senador) decaigan en un 8% en dos meses.
Otra de las incógnitas es qué hará el casi 3% que obtuvo la Nueva Izquierda, especialmente considerando que el slogan de esa fuerza era “llegar a octubre” y lo hace sin posibilidades de lograr una banca. ¿Permanecerán en esa fuerza? ¿Buscarán un sector de la oposición más o menos afín? ¿Irán con el oficialismo a partir del discurso nacional y popular?
El gran “negocio” del Fap de cara a octubre es seducir a un dos por ciento de cada uno de los otros candidatos.
En los cuadros que ilustran esta nota se observa de qué manera, si el Frente Amplio Progresista logra “robarle” unos pocos votos a las otras fuerzas podría llegar a consagrar un diputado.
En contraposición a este análisis, la hipótesis de que el oficialismo pudiera lograr un cuarto diputado en octubre parece más improbable, en la medida en que implica una violenta fuga de votos de casi el 10% desde una de las dos principales fuerzas opositoras (el radicalismo o el bustismo) hacia el Frente para la Victoria, algo que hoy por hoy no resulta fácil de imaginar.




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