Victoria presente en el Encuentro de Diáconos, en el Vaticano

Djo el Papa Francisco que este Encuentro Mundial de Diáconos, hombres que por vocación y ministerio están estrechamente vinculados a las obras de caridad en la vida de la comunidad cristiana, servirá para dar testimonio a todos de que “la misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la iglesia”.

El programa del evento ha sido pensado para ofrecer a los participantes la posibilidad de reflexionar sobre la importancia del papel del diácono como imagen de la misericordia, para la promoción de la nueva evangelización. Las tres jornadas finalizarán el domingo por la mañana con la Santa Misa celebrada por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro para los diáconos y sus familias.

LA SEMANA estuvo presente en la misa de despedida, antes de la partida de este matrimonio que representará a la provincia en el viejo mundo, ellos son Carlos Paniagua y Mercedes Palavecino.

 

¿Quiénes son Mercedes y Carlos?

Ellos decidieron instalarse en Victoria un 13 de junio del año 2004, fecha en la que llegaron para radicarse, ellos vivían en Quilmes, provincia de Buenos Aires, “ la decisión fue mía pero estuvimos de acuerdo,  al principio nos costó mucho porque dejábamos parte de nuestra familia en Buenos Aires donde tenemos seis nietos y tres hijas, hasta que nos adaptamos aquí a Victoria”, relata Carlos.

Una invitación, el principio de un largo camino recorrido

“Todo empezó porque a ella la invitaron en el año 1992 a un Seminario de Vida en el Espíritu Santo en Quilmes, ahí ella empezó a escondidas mías porque yo cero iglesia, no participaba activamente, a través de ella enseguida me llegó la conversión a mí y en abril del año siguiente hice el seminario allá en Quilmes y ahí empezamos a trabajar”, expresó Carlos quien es cara muy conocida para todos aquellos feligreses que asisten a la misa parroquial.

Los primeros tiempos en las colinas victorienses

Mercedes cuenta que al llegar a la ciudad inmediatamente buscaron refugio en una capilla, “cuando llegamos acá fuimos a Maria Auxiliadora pero estaba siempre cerrado, entonces hablamos con el  Padre Angel, que en aquel entonces  nos dijo vayan a Parroquia San Roque que hay un curita joven que hace poco que ha venido”, haciendo mención al Padre Héctor Trachitte, “ y  nosotros nos presentamos, le dijimos que éramos catequistas y de la Renovación Carismática,  inmediatamente nos empezó a invitar a las misas y nos puso al frente del grupo de oración y ahí nos empezó a conocer la gente”

El diaconado y los seis años de estudio

Carlos hace memoria y cuenta los secretos de sus deseos de realizar el diaconado, que fué un estudio que les requirió años y viajes quincenales a la vecina Gualeguaychú, “antes de que el Padre Héctor se fuera a Colombia estábamos haciendo un discernimiento porque en la diócesis no había una escuela de diaconado, la cual se estaba formando en Paraná,  él me estaba haciendo un seguimiento, asesorando para que yo me vaya a Paraná, pero mi esposa no sabía nada,  excepto la secretaria Karina Biscaldi que yo le pedi que rece por mí y fué la que me avisó que el Padre Canzoneta (ya en lugar del Padre Trachitte en Parroquia San Roque),  informó en una misa que se abría la escuela de diáconos y ahí le conté a mi esposa”, a partir de ese momento con la ayuda de oración de algunos servidores de renovación elegidos por él como Hilda Olivera, Negro Trachitte,  Nilda Cudini y  Coché,  comenzó sus estudios un 2 de abril del 2009 en la ciudad gualeguaychense, viajando quincenalmente durante seis años.

Un sueño alcanzado en vuelo directo al Vaticano

De este encuentro se enteraron de casualidad vía internet el año anterior, pero eso fue el puntapié inicial para organizarse, recaudar lo suficiente y armar las maletas rumbo al viejo mundo.

“ Vamos cinco personas, dos diáconos,  el hermano del Padre Martín Coronel y un acólito que es un paso anterior a ser diácono y somos los únicos de la provincia, ya que en Entre Ríos la Diócesis de Gualeguaychú tiene ocho diáconos, Paraná tiene uno y Concordia aún no tiene”.

Al viaje de Carlos y Mercedes bien se lo puede definir como una historia sin fin, ¿porqué?, simplemente porque la vida de ellos en Dios es la vida misma, nunca perece.




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