La enfermera perseguida por la Dictadura

Desde el 23 de abril hasta el 22 de mayo en el predio Ferial de Palermo que tiene la Sociedad Rural de Buenos Aires, editores, libreros, distribuidores, bibliotecarios, ilustradores, promotores culturales, agentes de derechos, traductores y escritores, exponen su material para miles de lectores que pelean con su predilecciones para decidir qué libros llevarse a casa.
En el stand de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) uno se puede topar con una interesante colección de seis tomos que a través de una vasta investigación, que recoge testimonios de aquellos gremialistas que dieron un “plus” en sus vidas para construir un país mejor. Entre todas las historia que presenta el escritor Daniel Parcero hay una que roza particularmente a Victoria. Se trata de la vida de la enfermera Rosalía Méndez.

Rosalía, la enfermera delegada de ATE perseguida por La Fusiladora
Rosalía nació el 1 de enero de 1927 en una humilde familia de Gualguaychú. No terminó sus estudios primarios pero eso no le impidió en 1940, con tan solo 18 años ingresar al Hospital Centenario de Gualeguaychú para desarrollar una de sus pasiones, la enfermería, profesión que la traería a Victoria 25 años después. Claro que para ocupar un espacio en este libro muchas cosas debieron pasar hasta llegar a las siete colinas.
Cuenta el libro que en el año 1955 -segundo mandato del general Perón-, tras el golpe, el director del Centenario es removido y quien los sustituye en el cargo manda a perseguir todas las delegadas de ATE que había en el hospital. Una de ellas era Rosalía, a la encomiendan a limpiar todos los días el sótano y la parte de la morgue.Todas las delegadas quedaron hacinadas en ese sector durante más de un año y medio. “Ella siempre nos decía que nadie le torcería el brazo y seguía luchando desde su lugar”, cuenta en libro Tico Méndez, uno de sus hijos.
El hostigamiento a su persona no cesa. Al finalizar el año 1956, se pone de novia con un chofer de ambulancias con el que tiene un hijo, pero al relación finaliza y el padre se lleva a su hijo a la edad de dos años y no vuelve a verlos. Eran los tiempos de “La Fusiladora”, que le hacía la vida imposible por su condición de delegada y no le permiten ir en búsqueda de su hijo.
El tiempo pasa y conoce a otro hombre y se viene a vivir a Victoria, consiguiendo el traslado al Hospital Salaberry donde nunca abandonó su compromiso social y gremial. Ayudó a los más humildes y muchos recuerdan cuando iba a poner inyecciones a cualquier hora en el barrio del Cementerio. Ayudó en las guarderías, en la Capilla Cristo Obrero y en el Club Gimnasia y Esgrima. En política militó en el peronismo junto a Juan Carlos Stratta.
Rosalina falleció en 1999 a los 72 años pero el destino trajo nuevamente a ella aquel hijo perdido 60 años después.
En la sangre
Su primer hijo es juez en Lanús del Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires, Raúl “Tico” Méndez, el hijo mayor del segundo matrimonio es también como Rosalía es gremialista de ATE y se desempeña en el Ministerio de Trabajo, Rosita –la hija menor- es docente y participa de acciones gremiales.
(La nota completa en “La Semana”)




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