La historia se repite: un barrio en condiciones muy precarias, una familia que subsiste vendiendo drogas y asienta su autoridad en el territorio con violencia, el uso de niños y adolescentes como soldaditos, y una contexto que hace imposible vivir tranquilos a los vecinos. Así volvió a surgir en una investigación llevada adelante por la Fiscalía y la Policía de Concordia, que culminó ayer con allanamientos simultáneos en domicilios del barrio Arrocera, en la zona oeste de la localidad, con cinco detenidos, presuntos integrantes de la banda.
La causa, a cargo del fiscal Francisco Azcué, se originó por la denuncia de un hombre a quien le pegaron un tiro, luego de que fuera a reclamarle a uno de los vendedores de droga que su soldadito le había robado. Así se comenzó a indagar en el barrio, con el lógico temor de siempre de vecinos para aportar información. Se pudo identificar a integrantes de la familia Valdez como responsables de la venta de sustancias y sus consecuencias con la permanente generación de conflictos sociales.
El barrio Arrocera está ubicado en la zona oeste de Concordia y reúne todas las características de ser un asentamiento informal donde reina la precariedad y la pobreza, con la total ausencia del Estado, así como de otras instituciones que asisten a familias en la localidad. Casi todos son trabajadores de la quintas donde en esta época cosechan citrus.
Se pudo establecer que los sospechosos comercializaban cocaína y marihuana a toda hora, andaban armados todo el día y contaban con los denominados “soldaditos”, chicos que viven casi siempre en la calle, con familias desmembradas o en viviendas donde habitan mucha personas en condiciones de hacinamiento, y que son muy fácilmente captados por las bandas que se dedican a este tipo de delitos. Estos niños y adolescentes estaban a merced de los narcos para tirotear a quien sea. Uno de ellos fue quien le robó a un vecino, quien fue a reclamarle al vendedor de drogas de la familia Valdez la devolución de lo que le sustrajeron. Pero obtuvo como respuesta un disparo de arma de fuego, para no perder autoridad en el barrio.
Con las evidencias reunidas en el legajo de investigación se solicitaron los allanamientos y detenciones al juez de Garantías, Mario Figueroa, que fueron autorizados.
Ayer a las 8 de la mañana comenzó el despliegue del personal de la comisaría octava, conjuntamente con la División Investigaciones, Toxicología y Cuerpo y Guardia, así como la comisaría séptima.
Fueron cinco allanamientos en total. En la casa de un sospechoso se encontró un arma de fuego de fabricación casera (tumbera), tres almacenes cargadores vacíos, un porta cargador, 12 cartuchos calibre 9 milímetros y dos cartuchos calibre 12. En otra vivienda se encontraron 15 vainas servidas de diversos calibres, y balas calibres 22, 38 y 9 mm., así como unos 30 gramos de marihuana y dos balanzas de precisión. En otro domicilio hallaron más droga, poco más de 16.170 pesos y una balanza.
Finalmente, se ordenó la detención de un hombre de unos 43 años por la tenencia del arma de fuego, y otras cuatro personas (tres jóvenes de entre 22 y 23 años y una mujer de 50) quedaron arrestadas por el comercio de drogas. De hecho, estaban en pleno fraccionamiento y venta de sustancias cuando se produjeron las requisas en los domicilios.
En las próximas horas serán imputados y se evaluará la medida cautelar que deberán cumplir mientras avanza la investigación penal preparatoria.
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