El fin de la realeza

Por César Pittaluga

Para muchas organizaciones feministas, los certámenes de belleza están en la mira porque promueven la competencia entre las mujeres a partir de atributos físicos, incentivando patrones sexistas y machistas que estigmatizan, cosifican y minimizan el rol de la mujer, ejerciendo así una violencia simbólica, entendiéndose por esto, la emisión de mensajes, patrones, estereotipos, signos, valores e ideas que transmiten, reproducen y justifican o naturalizan la subordinación, desigualdad, discriminación y violencia contra las mujeres de la sociedad.

Este tipo de asociaciones que aspiran a la igualdad, manifiesta la fantasía que el mundo patriarcal tiene de la belleza femenina, la cual valora las formas y exalta el cuerpo, siendo lo único que importa de las mujeres. Es una ejemplificación perfecta de la concepción de las mismas como objetos disponibles para el uso y placer de los varones, lo que implica una fuerte discriminación hacia aquellas que no poseen la estatura, silueta, color de ojos, color de piel, etc., que se consideran apropiados para ser bella.

Desde sus orígenes, los concursos siempre fueron el trampolín para ingresar en el mundo del espectáculo, las pasarelas y los medios, hoy por hoy, existen muchos otros métodos y plataformas para mostrarse y acceder a distintos trabajos alrededor del mundo. Ahora bien… ¿qué podemos reflexionar sobre la iniciativa de eliminarlos?

Suprimiendo los certámenes de belleza, ¿no estamos quitando el derecho a aquellas mujeres que desean participar en uno?, ¿no es acaso un espacio más donde la mujer tiene la oportunidad de expresar su opinión ante miles de personas?, ¿qué pasaría con los scoutings de modelos, actrices publicitarias, promotoras, etc., también deberían dejar de existir?, ¿no es un prejuicio pensar que quien gana un concurso es sólo como resultado de su aspecto físico?, ¿qué es ser bella y según quién?, ¿gana realmente la que mejor luce?, ¿se subestima a las mujeres hegemónicas?, ¿si el hombre la ve como objeto, no deberíamos enfocarnos en cambiar la manera de mirar del hombre? Además de los aspectos intelectuales, comunicacionales, etc., ¿es erróneo considerar la imagen de una persona que representará a una empresa, entidad o municipio?

Con los cambios de paradigmas, muchos interrogantes nos atañen a la hora de deconstruirnos y pensar un mundo más justo e igualitario para todos, entonces, ¿qué dinámicas se pueden pensar/implementar para que el cuerpo no sea la principal atracción?

Se me ocurren algunos cambios que se podrían masificar como los referidos a que las concursantes puedan elegir las prendas a usar o al menos tener la potestad de no lucir o hacer algo que las haga sentir incómodas, como así también, ser capacitadas en materia de género y violencia machista.

En lo que respecta a la organización, me parece idóneo permitir que participe cualquier mujer mayor de 18 años que por motu proprio así lo requiera, sin importar su raza, religión ni sexo biológico y que quienes sean encargadas de elegir sean mujeres o en su mayoría. Otra buena medida que ya se está poniendo en práctica es la de quitar títulos nobiliarios y evaluar integralmente a las candidatas según puesto al que aspira (ya sea para acciones de índole social, turísticos, etc.)

A modo de conclusión, ¿es la solución eliminarlos arbitrariamente o deberían decantar con el paso de los años?

Como asesor de imagen y moda, coach de misses, jurado en diferentes oportunidades y ferviente defensor de la idea que cada mujer sea libre de hacer lo que se le plazca, creo que mientras haya una persona en el mundo que desee participar por su propia voluntad, no se le debe quitar el derecho

César Pittaluga



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