Lo que comenzó como una inocente práctica para recaudar dinero para pequeños proyectos, o incluso una alternativa para reunir fondos para instituciones locales, terminó desvirtuándose en los últimos meses con la proliferación de verdaderas organizaciones, sin ningún fin específico más que el económico. Los bingos clandestinos, a través del whatsapp, terminaron entonces generando preocupación al sector policial, y tocando intereses de sectores dedicados al juego oficial.
Esta semana se desató la polémica en los medios y redes sociales, y todo parece indicar que el tema tendrá consecuencias, ya que podría desnudar colateralmente a una gran trama de juego clandestino que históricamente preocupa a la Provincia.
Como el juego clandestino está penado por ley (Art. 301 bis), que va de 2 a 6 años por operar la autorización pertinente, fueron varios los grupos que se desmantelaron ante la trascendencia mediática. Solo en Victoria se estima que existían unos diez grupos virtuales, únicamente con la modalidad de bingo.
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