Los victorienses nos damos el lujo de caminar insensibles a la belleza de nuestra ciudad. Casi siempre pasa, y en todas las ciudades del mundo. La cotidianeidad nos hace caminar por nuestro casco histórico mirando sin ver, y cada tanto, en alguna espera aburrida, descubrimos algún detalle arquitectónico que nos interpela sobre el trabajo de los grandes constructores que forjaron las características de esta ciudad. ¿Cómo lo hicieron?, ¿Qué capiteles tenían los propietarios de semejantes construcciones?, ¿Cómo estarán hoy por dentro?, ¿Qué historia guardan?…
Una de las mejores conservadas, gracias a una costosa restauración realizada en 2011, es el edificio del ex Banco de Italia y Rio de la Plata. Hoy convertido en un bar y hotel boutique, fue la primera edificación bancaria realizada al frente de Plaza San Martin. Construido en 1907, y en octubre cumplirá 110 años.
Un banco poderoso
Banco de Italia y Río de la Plata fue una entidad financiera de capitales italianos fundada en agosto de 1872 en Buenos Aires, Argentina.
Fue una institución muy poderosa, y a fines de los años 1880 concentraba el 50 por ciento de los depósitos realizados en la banca privada en la Argentina.
Luego de la crisis económica de 1890, el Banco de Italia creció mucho, de forma que hacia 1910 era una de las empresas financieras más importantes de la Argentina, con sucursales en varias ciudades de las provincias. En 1926 absorbió al Banco Popular Italiano.
Historia de la sucursal Victoria
Pero para contar su historia es necesario remontarse al 23 de agosto de 1903, cuando por ley el Poder Ejecutivo de la Provincia fue autorizado a contratar con el Banco de Italia y Rio de la Plata, el establecimiento de dicho Banco en la Provincia de Entre Ríos, en sustitución de la Casa Central y de las Sucursales del Banco Provincial, propiedad del Gobierno de Entre Ríos.
El Banco de acuerdo a este contrato, debía introducir un capital propio, no inferior a dos millones de pesos moneda legal, repartido proporcionalmente entre los seis establecimientos que constituían la institución bancaria que venía a sustituir, haciéndose cargo del pasivo de dicha institución y de la liquidación parcial de su activo.
El nuevo banco quedo exonerado por veinte y cinco años de todo impuesto provincial, exceptuado, el impuesto de sellos, y fue habilitado para recibir exclusivamente los depósitos judiciales y administrativos de toda clase, abstracción hecha de los depósitos pertenecientes al fondo permanente de escuelas.
El banco de Italia y Rio de la Plata entro en sus funciones en octubre del mismo año (1903) y aun cuando, por la citada ley no tuviese obligación de conservar en su puesto al personal extinguido Banco de la Provincia, conservo a casi todos los empleados del mismo.
Historia del Edificio
El Banco de Italia se propuso levantar hermosos edificios para sus sucursales. El 15 de abril de 1905 fueron abiertos los primeros fosos de los cimientos y a mediados de 1907, el edificio fue entregado completamente listo para abrir sus puertas al público, por el empresario constructor Alfonso Ghiggino. El costo total de la edificación fue de 65.600 pesos, el terreno y edificio costo 61 mil pesos, 1100 se gastó en pinturas, instalación de luz eléctrica y agua 3500, y 10 mil pesos el mobiliario. Si bien no es posible para nosotros hacer un paralelo con la actualidad, los montos nos permiten si hacer una relación de costos entre los diferentes elementos. Tiene una superficie toal de Planta Baja de 723 m2, y la Planta Alta 508 m2.
Estilo
En la intersección de las calles Congreso y Maipú se encuentra el imponente edificio donde funcionó el Banco de Italia y Río de la Plata. Se inauguró como sede local del banco el 21 de octubre de 1907, es de estilo neoclásico italianizante, responde a una tipología de arquitectura de similares características en todas las sucursales, en el caso de Victoria se adaptaron los planos generales a la construcción en esquina. Sobre calle Congreso se destaca la figura en busto del dios romano Mercurio, dios del comercio: Luego esta sede se transformó en la Banca Natzionale del Laboro y hoy es un sitio referencial para el turismo ya que aquí funcionan un petit hotel boutique en la planta superior y un pub en su planta baja, resignificando el edificio para una nueva función empresarial desde lo turístico, restaurada su fachada por los actuales propietarios.
Otra época
La revista “Vida Victoriense”, en su número 18, del 1 de agosto de 1908, que se encuentra en los archivos del Mueso Anadón, no mentía cuando hacía referencia al poder del crédito que ofrecía la institución, los servicios que prestaba, el “fenómeno económico” que se produjo en el campo de la producción y el trabajo, y la respuesta de “una zona en la que la honestidad puede considerarse como una herencia patriarcal”, según reza el artículo que gentilmente nos acercó Ezequiel Rubattino, colaborador en esta nota.
Pero nadie podía imaginar en esos años la debacle de la institución y un hecho particular en Victoria que lo marcaría a fuego en el recuerdo de los victorienses.
Con el paso de los años, el Banco de Italia comenzó a diversificar tanto a sus inversores como a su público, al tiempo que surgían otras instituciones financieras exitosas dentro de la comunidad italiana-argentina, como el Banco Francés e Italiano para la América del Sur. El Banco de Italia fue también una de las primeras empresas vaciado por sus inversores, y liquidado en 1985.
El crimen perfecto
Ese día de mayo de 1981 amaneció con una llovizna tupida, que obligó al policía que siempre está en la puerta de la Jefatura a resguardarse unos metros adentro de la puerta principal. Todavía no había amanecido. Marciani fue el primero en llegar al banco ingresando, como todos los empleados, por el acceso que da a calle Maipu, que comunica con la escalera que sube al primer piso donde vivía el gerente y su familia, y deriva la planta baja, desembocando en un patio interno y sus varias áreas de servicio, donde estaba la cocina. El lechero golpeó la puerta y dejó su producción. Todavía no había terminado de hervir la leche, cuando una voz pide que le abra la puerta. Pensó que era otro de los empleados, pero una pistola asomó ni bien sacó el pasador. Dos hombres con pasamontañas lo redujeron, y lo llevaron a la cocina. Lo mismo hicieron con todos los que fueron llegando, incluso con los policías Ávila y Ferreira, que fueron rápidamente desarmados. El gerente bajó silbando, y con él se cerró el círculo. Curiosamente los delincuentes sabían que ya no faltaba nadie más. Sabían a la perfección los recovecos de las instalaciones, sabían que cuatro empleados tenían los códigos de la caja fuerte. Casualmente justo ese día el tesoro del banco estaba excedido de capital, y un día antes habían avisado a la casa central para consultar si lo trasladaban a Banco Nación para mayor seguridad. Pero, despreocupadamente les dijeron que no había problemas y lo dejaran en la caja fuerte. Mientras un delincuente vigilaba a los empleados, el otro hizo abrir la caja fuerte y tuvo el detalle una vez extraído el dinero que le entró en las valijas que había en el lugar (porque no habían llevado bolsos), de “romper” la clave para que nadie más, excepto ellos se llevaran el dinero. El golpe duró menos de 30 minutos, y escaparon justo antes de que fuera hora de apertura del banco, para no despertar sospechas. A pesar que ya había movimiento en la ciudad como para ver a dos personas con dos valijas, nadie vio nada, incluso del cielo una lluvia torrencial se desató justo a tiempo para cubrir el escape.
Nadie escuchó, ni vio auto. Se presume que salieron por el garaje. Antes de irse le pidieron el saco a Bilbao y el manojo de llaves de su casa, aunque nunca entendió el porqué. Presumiblemente para camuflarse con el resto de la gente, y tener una vía de escape en caso de que las cosas se complicaran…Pero nada se complicó. Para cuando se logró avisar a la policía, no había mucho para aportar, salvo que uno usaba campera de jeans y zapatillas. El operativo cerrojo no dio resultado y los ladrones se fueron con un botín equivalente en esa época a 60 Ford Falcon, lo que, con un poco de imaginación, podríamos calcular en unos 20 millones de pesos de la actualidad. En aquellos años algunos recuerdan que llamó la atención, la falta de interés de la investigación policial por revisar las casa aledañas. Fue el hecho delictivo organizado más grave de la historia de Victoria, y la excepción que confirma la regla: en Victoria se realizó el crimen perfecto.
Corolario
El Banco de Italia y Rio de la Plata pasó en su corta vida de ser un timbre de gloria, a un ejemplo más de la endeblez económica en la que vivimos los argentinos, pero la bella construcción que dejó en esa esquina, nos permitió a los victorienses un digno motivo de orgullo.
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