Marta Beatríz Balbi de Sulimán, ícono de la docencia secundaria de varias generaciones victorienses, quien para muchos fue “LA” Profesora de Lengua y Literatura Choni Balbi, con el artículo en mayúscula, el cual define lo que significó su presencia en las aulas.
Sin dudas un símbolo que inspiró respeto más allá de lo cotidiano, hasta cierto sesgo de temor se podría decir, situación ésta de la que reniega con cierto arrepentimiento diciendo, “no estoy conforme con esa parte de mi personalidad, nada conforme yo sólo quería ser una profesora exigente”, relató, explicando que lo hacía sólo porque no quería repetir las vivencias de sus años adolescentes.
Lo anterior tiene una explicación, ya que cuando cursaba el secundario, en aquella época había varios profesores mayores que se encontraban en edad jubilatoria, a los que se les notaba cierto desdén, haciendo que el curso fuese falto de orden , “las clases eran un barullo hablando vulgarmente y para nosotros una gran diversión”, por lo que ella se prometió a sí misma que cuando ocupase ese lugar, nunca le pasaría lo mismo, pero a la vez expresó con contundencia, “creo que en ese sentido a mí se me fue la mano” .
Choni docente desde los 20 hasta los 59 años
Sabe que su peculiar apodo es su marca registrada, por lo que expresa, “sé que nadie me conoce por mi nombre salvo mis amigas íntimas, al respecto siempre recuerdo lo que yo le decía mi tío Gerónimo Balbi, dueño de la casa donde ahora es el Museo y donde está el local de la Farmacia Campañaro, que yo era Choni pero que en mi tumba iba a hacer poner Marta, para que nadie supiese que yo estaría ahí, lo que provocaba mucha risa en él”.
De muy pequeña supo que su lugar en el mundo sería la docencia, lo asevera con una anécdota, “yo estaba en cuarto grado y me gustaba tanto la materia lenguaje, que les decía a mis compañeros yo voy a dar clases en esta escuela cuando sea grande y se me cumplió”.
Sus primeros años como alumna y luego el desarrollo de su carrera docente, estuvieron marcados con el sello de la Escuela Superior Normal Osvaldo Magnasco; no sólo cursó el primario y secundario en dicho establecimiento, sino que sus cuatro décadas docentes contaron con su sapienza.
“Cuando me recibí de maestra me fui a Paraná donde hice el profesorado, luego volví busqué horas cátedra y a los seis, siete meses de recibida ya estaba dando clases en la Escuela Normal y nunca más me fui, después dícté clases más adelante en la Escuela Técnica y en la de Comercio, comenzando con suplencias en esos lugares, pero nunca abandoné la Normal”, contó nostalgiosa.
Cuando ya se encontraba en los finales de su carrera docente comenzó en la Escuela de Comercio, en el nocturno con varias horas titulares, lo que la ayudó a acceder a la Vice Dirección reemplazando al recordado Profesor Raúl Guillisasti y a la muerte de éste ya como interina, ocupó la dirección del establecimiento ante la jubilación del entonces Director Giordano, ocupando la Vice Dirección la Señora Zuny Cabrera de Márquez.
Choni mujer y testigo de una tragedia victoriense que lleva el nombre de su hijo mayor
Corría el año 1942, la tierra convulsionada entre dos guerras mundiales y en las siete colinas un 30 de diciembre de ese año a las 17:00 apróximadamente, sobre el Policínico se estrellaba una avioneta que manejaba el aviador Juan Carlos Sulimán, hermano menor de quien años después daría el SÍ en un altar religioso junto a ella, para unirse de por vida. La joven Choni desde su casa de entonces emplazada frente a la Plaza San Martín, miraba absorta junto a su hermana mayor semejante tragedia….
Vívidamente recordó aquella etapa, “me casé con Fermín Sulimán, aquella tragedia caló muy hondo en la familia Sulimán, incluso yo cuando iba de visita a la casa, estando de novia con mi marido, en ese seno familiar era un un recuerdo permanente y muy triste; realmente fue algo fuera de lo común, espantoso”.
Y estaba tan arraigado al sentimiento de sus corazones aquel lamentable episodio, que Fermín puso a su hijo mayor el nombre de su extinto hermano.
“Yo tuve tres hijos el mayor Juan Carlos, la segunda María Marta Dolores, más conocida como Lola, apodada así por su tía Chichita y el menor Julio que vive en Nogoyá”, quienes le dieron la posibilidad de conocer el abuelazgo, a través seis vidas.
Choni, su presente
Asentada en el centro victoriense, en un lugar donde la vista de esta ciudad se enaltece enmarcada por el riacho, que engalana el paisaje, Choni disfruta de esta etapa de su vida reuniendo amigas con las que leen libros e intercambian ideas, para despuntar el vicio de la cultura, conforman ese grupo nombres como el de Iocca Navoni, Zully Rivero, Beatríz Calabrese, Celia Pilnik, Susana Mostafá, su hija Lola Sulimán y la presencia ahora celestial de Zully Bruno de Torriggiani, que partió no hace mucho.
“Hace más de diez años que nos reunimos leemos y comentamos libros, hemos tenido la desgracia de perder a Zully Bruno de Torriggiani, ella era del grupo muy activa y había sido alumna mía, cuando se volvió a Victoria un día nos encontramos en la calle, la invité a participar y aceptó enseguida y fue una compañera ideal, porque era graciosa, chispeante, culta y preparada”.
Entre sus recuerdos de su vida docente hay mucho por contar, muchos nombres de alumnos destacados que quiso mencionar, algunos que ya no están como Ignacio Albornoz o Diego Mittelman, a quien recordó como un gran lector, pero otros que vale mencionar y hoy ocupan importantes lugares profesionales como el Doctor Carlos Wasentein, de quien dijo recordaba su inteligencia y muchos otros nombres que guarda con afecto y respeto.
¿Qué queda de aquella profesora exigente que arremetió voráz su saber calificado y su enfático temperamento, ante varias generaciones de este terruño?
Hoy disfruta del respeto a su profesionalismo, a su vasta cultura, a su avidéz por la lectura que sigue intacta y sobre todo de su amor por esta ciudad que la colmó de bendiciones, como ella misma lo expresó, “Victoria es uno de mis grandes amores, porque los otros que están en mi corazón son mi familia, mis padres, hermanas, tíos, abuelos, primos, hijos y mi marido”…..una vida que valió la pena contar.