Rifa, chanchomóvil, pastelitos, polla, bailable, desfile, reducido de futbol…, nada es suficiente para juntar fondos para el viaje de egresados. Igualmente ya nadie organiza, nadie cocina, nadie amasa… La suerte de los chicos está echada, y depende casi exclusivamente de la posición económica de su familia, o del sacrificio que los padres puedan hacer para darle eso tan ansiado.
La evolución de los precios de los viajes estudiantiles, no parecen tener coherencia con la realidad del bolsillo argentino, y la inflación puede ser una inmejorable excusa para el abuso.
Los números dan escalofríos: siempre como destino Bariloche y contratado desde Victoria en el 2012, el viaje rondaba los 4 mil pesos. En el 2015 se duplicaba a 8 mil. Para este año, los contratos con las tres principales empresas rondan entre los 18 mil hasta 28 mil, y para los que cierran contratos hoy para el 2018, los montos se aceran a los 40 mil. Así, el precio del viaje de egresados a Bariloche comienza a acercarse cada vez más al que ofrecen otros destinos internacionales como Brasil y distintas playas del Caribe. De hecho ya se han presentado propuesta a grupos de estudiantes locales para viajar al exterior. Aunque todavía existe una brecha entre un producto y otro, la inflación también afectó la tarifa que deben pagar los adolescentes interesados en conocer el sur del país. Para tomar una referencia de los costos reales, se consultó a la empresa “Andar”, de Victoria, que ofrece un viaje a Cuba, La Habana, 11 noches, con media pensión, en un hotel Resort de primer nivel por 29.800 pesos (1.900 dólares)
En la actualidad los viajes a Brasil son la mayor competencia que encuentran las empresas que trasladan estudiantes a Bariloche. Buzios o Porto Seguro, por ejemplo, ofrecen entre 8 y 10 días y todas las comidas, por unos 35 mil pesos, saliendo desde Buenos Aires.
Para ver los desfasajes de precios sirve analizar lo que sale en la misma agencia local un viaje tradicional a Bariloche, 8 días, con hotel, transporte, y media pensión: 6.600 pesos. ¿Cómo llegamos entonces hasta 28 mil?…¿la pensión completa?, ¿la ropa de nieve?, ¿la entrada a los boliches?…Hay que sumar bastante más para sumarle 20 mil pesos por pasajero.
Pérdida de valores
En una sociedad tan elitista como la de Victoria, también juegan los nombres de las empresas, y muchas veces una pequeña diferencia en los servicios se convierte en una gran diferencia en el precio final, pero no importa porque cierta empresa logró imponer su marca y esto da cierto “status” a la promoción. Las discusiones de padres están a la orden del día cuando se cierran los contratos, y ya no importa partir la Promo en dos, donde un grupo viaja con Travel, y el otro con Snow. La amistad pasa a un segundo plano, y el interés individual del chico está por encima del grupo. Muy lejos parecen haber quedado los tiempos donde los destinos se cambiaban por ejemplo de Bariloche a Carlos Paz para que todos pudieran viajar, y hoy poco importa si algunos tienen que quedarse porque no pueden reunir el suficiente dinero.
Lavándose las manos
Otro aspecto lamentable es la falta de acompañamiento a los estudiantes. Un martirio son las reuniones de padres, que deben repetirse varias veces hasta que se pueda sumar una mayoría. El otro es el sistema educativo, que ya no tiene incidencia en lo más mínimo en donde irán sus alumnos, deslindándose de toda responsabilidad, y cuya único papel se limita a ponerle la falta. Un ejemplo que debería replantearse el área de educación. Tres décadas atrás, siempre había un profesor para asesorar a los chicos, para ayudarlos a organizar la rifa, para enfrentar a las empresas de turismo, para recordarles a los chicos cómo debían comportarse…En definitiva: que le importaban. Hoy si los padres los autorizan, podrían viajar a Medio Oriente en plena guerra, y para la escuela serían alumnos libres si nunca regresaran. Así la función humana de la escuela se diluye y se pierde uno de los principales sentidos (sino el más importante) de la educación.
Un mundo de fantasía
Agencias porteñas ya venden el trayecto de 11 días en crucero, desde Buenos Aires hacia Brasil (pasando un día en Uruguay), destinado a grupos adolescentes, a 40 mil pesos por persona, incluyendo un paquete de comidas y bebidas (con excepciones) prácticamente sin límite, las comodidades propias de un gran barco y tours en dos países. Por su lado, el viaje de 8 días al Caribe (México, República Dominicana o Cuba), “all inclusive”, llega a los 45 mil pesos por chico pero el lapso de tiempo de disfrute en menor. Las empresas suelen ofrecer en estos casos fiestas en las playas, amplia gastronomía y comodidades en hoteles 4 estrellas. Si es por ofrecer, siempre hay para gastar, y los viajes de estudiantes son un reflejo de lo que somos como país y sociedad. Una sociedad consumista que obliga a los chicos a dejar de compartir y relega la afectividad, para vivir en un mundo que no es para todos, que genera frustraciones, y futuros ciudadanos insatisfechos que con un pensamiento mágico creen en un bienestar que no va de la mano del esfuerzo.
Negocio millonario
La presión de los chicos es tan grande, que los padres ceden con facilidad y “se desangran” para juntar los pesos. Igualmente, inflación mediante, el destino de Bariloche no ha perdido su fuerza. Lo apuntala el imaginario colectivo que han ido construyendo, a lo largo de los años, las diversas generaciones de estudiantes. Para este 2016 se espera que lleguen a la ciudad 135 mil estudiantes. Se trata de un negocio mueve cerca 4.000 millones de pesos por año. Para Ricardo Carlomagno, dueño de la empresa “Andar”, “El problema no son las empresas y sus elevados costos, sino que hay un mercado dispuesto a pagarlos”.