Si hay una ciudad rica en mitos y leyendas en esta provincia, es sin dudas Victoria. En el imaginario popular prenden historias increíbles, algunas de las cuales abordamos en este semanario. Quien no escuchó alguna de la historia de túneles debajo de la Plaza San Martín, o misteriosos pasadizos que atraviesan la ciudad en forma subterránea construidos para escapar de los ataques de los aborígenes en la época de la colonia. Para algunos es un hecho, pero lo cierto es que hasta el momento no existe un trabajo de investigación lo suficientemente consistente para confirmar esta hipótesis, más que una serie de hallazgos de túneles en distintos puntos de la ciudad, como el que menciona el Diario La Mañana a fines de marzo de este año encontrado en la zona del club El Porvenir (Piaggio y Maipú). También generó interés uno años atrás un presunto túnel tapiado en la sótano de Congreso y España, cuando se realizaban obra de remodelación para la instalación de un supermercado. En ese momento se dedujo que tal vez, lejos de ser un túnel tapiado, podría tratarse de una de los espacios que solían construirse en los sótanos para mantener alimentos que necesitaban cierta refrigeración. En Mitre y Rawson existe otro pasadizo por debajo de calle, pero lejos de ser una zona de escape, se está casi seguro que era una forma de comunicación de dos sótanos, ya que en algún momento (y hoy también) funcionaba una panadería en la esquina y en frente vivían los propietarios, que trasladaban la mercadería de sótano a sótano a través de este pasadizo. Hay que destacar que siempre estas construcciones se encuentran en casas de principios y mediados del siglo XIX.
A las gigantescas construcciones motivo de orgullo arquitectónico de la ciudad, las aplastó algo más grande: el progreso y la superpoblación. Lo que sumado a la falta de planificación derivó en la mutilación de muchas de estas casas, cuando no su demolición. Así, lo que parecen túneles, son parte de lo que antes fueron un solo sótano .
El agua busca su cauce
Sale a la luz hoy un problema que no deja dormir a muchos propietarios. Varios sótanos en pleno centro de la ciudad aparecieron inundados, y el problema se extiende desde hace varios meses sin que se pueda determinar cuáles es el origen del agua. Unas cuatro cuadras más “abajo” (en otra oportunidad desarrollaremos el concepto de abajo y arriba en Victoria), por Congreso, una farmacia también se inunda. La escuela Dinad en Irigoyen entre Maipú y Rocamora sufre el mismo problema pero desde hace cinco años. Donde funcionaban aulas ahora se llegan a extraer 23 mil litros de agua, de acuerdo a un informe de bomberos del 23 de febrero. Marion Robledo, ex docente de la institución durante 35 años advierte que el problema no se había presentado sino hasta el año 2013. Pero estas agua de origen por ahora desconocido se extiende por toda la ciudad, en una vivienda de Vélez Sarsfield y 25 de Mayo el sótano se inundó, sin poder determinar el origen del agua al punto de tener que colocar una bomba permanente para extraer el líquido. En muchos de estos casos se ha recurrido a Obras Públicas de la Municipalidad, pero hasta el momento la causa es un misterio. ¿Una conexión de agua clandestina?, ¿Una vertiente?…, ¿o podrían ser algunos de los viejos sistemas de agua que no quedaron totalmente sellados?
El plomero Carlos Vicente Fernández, con más de 50 años de profesión, se inclina más por un problema de vertiente. El maestro mayor de obras, Oscar Fransichelli comparte esta idea, aunque considera indispensable agotar la posibilidad de un caño roto.
Seguimos derrumbando túneles
En la primera mitad del siglo XIX el agua potable provenía en buena medida de la lluvia, tanto en lo que hoy es el centro de la ciudad, así como en las casas de la confederación. Jorge Ezequiel Rubattino, colaborador de La Semana, trabaja en una investigación sobre los viejos sistemas de agua de la ciudad y nos recordaba que la topografía de Victoria, hacía muy complejo el traslado del agua de la zona costera. “Recordemos que el agua se trasladaba en grandes vasijas en carros tirados por caballos, y traer el agua desde la zona portuaria, hasta las partes elevadas de la ciudad, era una tarea complicada, por lo que las mayoría de las casas contaban con varios aljibes que recolectaban el agua de lluvia”. Para ubicarnos en aquella Victoria, debemos imaginar propiedades que abarcaban una manzana actual o más, con varias construcciones, y sótano importantes. “Los aljibes no eran todos como los que llegamos a ver en algunos patios o que se aprecia en el Museo Carlos Anadón, sino que se nutrían del agua de todas las construcciones, que llegaban a un sistema de túneles que iban recolectando el agua en desnivel, hasta decantar en varios aljibes subterráneos”, explicó Rubattino. ¿Y por qué eran del tamaño de una persona si era solo para trasladar agua ?, se preguntará alguien molesto por haberle sacado “acción” a la historia de los túneles… Justamente porque eran personas las que debían ingresar para mantener limpios estos túneles.
¿Y los indios?
No contentos con tirar por tierra estos misterios, La Semana averiguo que por ejemplo en la manzana comprendida entre Sarmiento, España, Bartoloni y San Martín existieron tres de estos aljibes: Uno en la esquina de Sarmiento y España (tapiado), otro sobre España a unos 50 metros (hoy transformado en bodega), y otro a 20 metros de ambos, como formando un triángulo hacia el centro de la manzana, el que fue tapado. Debajo del escenario de la sala Municipal Cine Teatro Victoria, en coincidencia con esta teoría encontramos tres vestigios de túneles que podrían ser parte de estos viejos sistemas de agua.
En el clásico bar de Sarmiento y San Martín, preservaron uno de estos aljibes, hoy destinados a depósito. En este caso a unos cinco metros del aljibe se encontró un túnel que se dirigía hacia Plaza San Martín, por lo que es probable que haya sido una de las vías que nutrían de agua este reservorio. Este año en el lugar también tuvieron problemas con el agua que llegó a cubrir un metro del viejo aljibe y parte del sótano.
El mejor aljibe subterráneo que encontramos está en calle España, entre Italia y Mitre, y se encuentra unos diez metros por debajo del sótano de una reconocida casa de electrodomésticos. Un periodista de La Semana transitó uno de esos túneles e ingresó al interior del aljibe que tiene unos 4 metros de diámetros, y unos 10 metros de altura. Bajo el piso del aljibe el propietario hizo cinco metros de hormigón y con buen tino cubrió todo el espacio con productos antihumedad.
(La nota completa en La Semana)