Día del Canillita

El día del canillita comenzó a festejarse el 7 de noviembre de 1947, en conmemoración a la fecha de muerte de Florencio Sánchez, el dramaturgo uruguayo cuya obra “Canillita” fijó en el vocabulario argentino el nombre con que se conoce a los vendedores de diarios, a partir de la referencia que hace la obra al protagonista, un chico que voceaba diarios en la calle y al que los vecinos conocían con este apodo por sus piernas flacas.
La primera vez que en Argentina se escuchó vocear a uno de ellos fue el 1° de enero de 1898: “Compre La República”, “La República, a medio peso”, gritaban, para asombro de los transeúntes.
El diario, que había aparecido ese día en Rosario, fue fundado por Lisandro De la Torre, quien acababa de distanciarse de la Unión Cívica Radical (UCR).
De la Torre le confió la dirección del diario a Manuel Bilbao, quien ideó esa forma de venta directa. Hasta entonces, los periódicos se repartían por suscripción a través del correo, lo que llevaba a leerlos con atraso, a menos que se los buscara en la imprenta.
A Bilbao se le ocurrió que la venta ambulante sería un buen negocio para la empresa -el chico cobraba menos que el correo- y para el lector: recibiría el diario en el acto y más barato.
Tan grande fue el éxito, que la competencia copió el sistema de inmediato. Así -en razón de la miseria imperante- surgió un nuevo oficio, aun sin nombre, conformado por cientos de niños y jóvenes que se ofrecían a vocear los títulos en la calle para vender la noticia fresca, con tal de arrimar unos centavos al hogar.
Para acortar el recorrido y llegar antes, los chicos viajaban colgados de la parte trasera de los tranvías: trepándose, llegaban rápido al centro, donde a la salida del teatro y del cabaret las ventas se multiplicaban.
Con el tiempo, aparecieron los primeros puestos callejeros fijos, cuya posta fue preciso disputar a golpes o pagando el favor policial, hasta que el coronel Juan Domingo Perón, por aquel tiempo secretario de Trabajo, le aconsejó al que le proveía los diarios: “Hay que sindicalizarse”. Así, cada posta se normalizó.
Fueron los mismos vendedores de diarios quienes decidieron en 1947, en honor a Florencio Sánchez, adoptar el nombre de “canillitas”.
Perseguido en Uruguay por sus ideas políticas -era anarquista- Sánchez recaló en Rosario, donde en 1902 asumió como secretario de redacción de La República, donde duró poco, ya que cuando los trabajadores del diario entraron en huelga, él adhirió también.
Posteriormente fundó junto a otros colegas el periódico La Época, y más tarde se radicó en Buenos Aires, donde tuvo una exitosa carrera como dramaturgo.




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