Si bien se trata de temperaturas esperables en algún momento del invierno, cuando los registros térmicos bajan a este punto en las siete colinas uno no puede hacer otra cosa que añorar esos días en los que el sol, el río, la playa y las bondades de la naturaleza pueblan maravillosamente a la geografía humana victoriense, y recordar -con una emotiva lágrima que amenaza en convertirse en un cubito- esos momentos de enero y febrero en los que una lluvia de luz dorada enciende el rostro cuando se lo levanta en dirección a Febo, transmitiendo un bienestar incomparable.
En contraposición a esto, hoy hay que juntar mucho coraje para sacar la cabeza de adentro de la bufanda, por temor a que nos crezcan estalactitas hasta en las pestañas.
La ola polar, para ir más concretamente a la información objetiva, se extenderá hasta mañana, cuando los vientos comiencen a rotar hacia el norte para dar paso a un leve ascenso en los registros térmicos, aunque no hay muchas razones para excederse en el optimismo, y si bien las máximas oscilarán cerca de los 20 grados este fin de semana, las mínimas permanecerán recordándonos que estamos en invierno.
RESUMEN DEPORTIVO