Vidas en Victoria, hoy “la madre del pastor” (especial de Navidad)

Sentada en el living de su casa, que dista a tan solo un par de cuadras de la placita Moreno, Rosita González de Trachitte comienza a recordar sus primeros años de vida en la zona rural del Sexto Distrito de Gualeguay, donde estuvo hasta los 15 años, para venirse luego sola a estudiar y realizar aquello que era lo que más le gustaba, coser y bordar;  después la vida simplemente transcurrió hasta encontrar a su compañero de vida Héctor (padre),  con quien se casó, ella de  21 y él con 23 años .

Si bien Rosita hoy ocupa esta página por ser la madre del Párroco de nuestra ciudad, su candidez,  dulzura y ese sesgo naif , bien pueden  ser merecedores de un protagonismo  igual o mayor.

La maternidad fue su peregrinar, seis esperanzadores embarazos, de los cuales cuatro son una realidad terrenal Héctor José,  María Roxana, Teresita María de los Ángeles  y Rosita Mabel;  pero dos de ellos  María José y Jesús María viajaron eternamente a las pocas horas de vida.

“Mi hija mayor María José se murió a las doce horas de vida,  luego vino Héctor José  que nació en Buenos Aires,  al igual que María Roxana ,  después Jesús María  en Paraná que también está en el cielo, luego Teresita María de los Angeles y Rosita  Mabel, tengo siete nietos, cuatro con María Roxana,  uno con Teresita María de los Ángeles, otro con Rosita Mabel y uno que viene en camino”, cuenta orgullosa.

Un día de noviembre en que Dios le recordó su promesa

Corría la década del sesenta y en la Parroquia Nuestra Señora de Aránzazu se lanzó una licitación para restaurar los bancos de la iglesia, hecho que fue ganado por Don Héctor Trachitte  y  ayudó a solventar los gastos en una clínica privada de la provincia de Buenos Aires para el tan esperado nacimiento de Héctor,  relata Rosita.

“Viajé a Buenos Aires a casa de una hermana,  me atendió un ginecólogo y me dijo que a los ocho meses tenía que viajar allá y así fue que me  trasladé  y nació Héctor”

Héctor hizo el primario en la escuela de Laprida, si bien los primeros años fueron en el Colegio del Huerto,  terminó el secundario en el  Instituto John Fitzgerald Kennedy y previo exámen de ingreso,  entró en  la Facultad de Medicina de Rosario con 16 años,  cumplió  los 17 estando en  primer año, estudio tres años con una vida totalmente normal, pero un día de noviembre le tomó la mano  a su madre y le dijo,  “mamá yo ya he rendido todo muy bien, pero voy a ingresar al Seminario de Gualeguaychú”  y  en el momento  Rosita recordó  que en Buenos Aires,  varios años atrás  ella frente a la imagen del  Sagrado  Corazón de Jesús  habló con su corazón,  “Señor por favor que nazca bien este hijo y yo quede bien para  cuidártelo y será para vos “,   entrañable recuerdo que fue respondido en ese entonces con un risueño, “mamá me hubieses avisado antes”.

Mi hijo “el Párroco”

“Cuando estuvo en  Parroquia San Roque nos dio la noticia que se tenía que ir al Celam ( Consejo Episcopal Latinoamericano  en Colombia),  ahí estuve preocupada por la guerrilla, además de estar pasando en ese momento  yo un problema complicado de salud, pero la sorpresa fue que él estuvo en Bogotá en un cargo de cultura,  viajaba mucho y fue maravilloso,  me ha venido a visitar gente de muchos lados y  hemos formado una amistad muy grande”.

  • ¿ Cuándo y cómo se entera la familia que Héctor sería el nuevo Párroco de Victoria?
  • No sabíamos nada, un día vino acompañado de un sacerdote de Gualeguaychú, era un sábado al mediodía y ese sacerdote nos preguntó a mi marido y a mí ¿saben que van a nombrar nuevo párroco acá?,   nosotros le respondimos con otra pregunta ¿ quien será?, “tu hijo” nos contestó y bueno ahí, imagínate la sorpresa y la alegría.

Sus miedos y el costado “carismático heredado”

Al principio hicieron mella en sus pensamientos maternos  esos miedos al futuro desconocido,  pero con el tiempo se apaciguaron,  ya que como ella misma lo expresa,  “yo me preguntaba  como mamá como iba a hacer cuando estuviese en el Seminario y viniese de visita,  con sus amigos y salidas  que solían hacer,  pero  sin embargo  el quedó con la misma alegría y nunca vi que le pese cuando sus amigos de toda la vida se iban a bailar y él se quedaba”

Si hay algo que define el sacerdocio del Padre Héctor es sin lugar a dudas, su marcado costado carismático,  el cual comenzó un fin de semana cuando sus padres lo fueron a buscar a la lancha que lo traía de Rosario, donde estudiaba y desde ahí lo llevaron directo al Colegio del Huerto donde se estaba dando un Seminario de Vida,  “bendita  semilla  carismática”, si las hay.

“Nosotros íbamos a las misas carismáticas del Padre Ángel Veronesi hicimos el Seminario de Vida y cuando hubo un Seminario de jóvenes le djimos a Héctor, lo fuimos a esperar a la lancha y lo llevamos al seminario, ¿“mamá darán algo ahí porque yo estudie toda la noche y vengo cansado”?, nos reclamó entonces”……

……Sin lugar a dudas ese fue el principio de una cadena de sucesos y de hechos, llenos de causalidad,  que hicieron que hoy ocupe esta hoja Rosita….”la madre del pastor”.

 

 

 

 

 

 




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